Por
Ing. Juvenal Brenes
Enero 07, 2024
Santo Domingo, Distrito Nacional
Lo que en un principio podría parecer un simple juego, como PUBG ALLY, en realidad anticipa una inquietante realidad: la guerra del futuro protagonizada por soldados impulsados por inteligencia artificial (IA). Más allá de ser unos simples acompañantes virtuales en juegos de rol, se están desarrollando y perfeccionando IAs que participan en escenarios de combate junto a soldados humanos, aunque simulado, con la intención de eventualmente sustituirlos.
Como reza un antiguo proverbio zen: "Para recorrer el camino, busca al maestro; mira a través del maestro; conviértete en el maestro". Las IAs están aprendiendo de nosotros el arte de la guerra y, eventualmente, nos superarán en su ejecución.
Su integracion en conflictos bélicos ofrece clarisimas ventajas, como la mejora en la precisión de los ataques y la reducción de riesgos humanos. Sin embargo, también plantea serias preocupaciones éticas y de seguridad. La capacidad de las máquinas para tomar decisiones autónomas en el campo de batalla puede conducir a situaciones donde la responsabilidad y la moralidad se diluyen. Sumandoles que la posibilidad de que estas tecnologías sean manipuladas o hackeadas por adversarios agrega una capa adicional de riesgo.
Aunque la comunidad internacional ha expresado inquietudes sobre el desarrollo de armas autónomas letales, existe una urgente necesidad de establecer regulaciones que aseguren control humano en el uso de IAs en la guerra. Sin supervisión adecuada, corremos el riesgo de intensificar los conflictos y adentrarnos en un terreno donde las leyes y la ética quedan relegadas a un segundo plano.
Mientras las IAs continúan aprendiendo de nosotros y se integran cada vez más en el ámbito militar, es imperativo reflexionar sobre las implicaciones de su uso en la guerra y establecer marcos éticos y legales que guíen su desarrollo y aplicación.
Hoy en día, lo que comienza como juegos podría evolucionar hacia soldados robóticos. El hardware robótico ya existe, como las plataformas desarrolladas por Boston Dynamics. Por ejemplo, BigDog es un robot cuadrúpedo diseñado para uso militar, capaz de transportar cargas pesadas a través de terrenos difíciles. Además, Spot, otro robot de Boston Dynamics, ha sido utilizado en operaciones militares para diversas tareas, incluyendo patrullas y reconocimiento.
La rápida evolución de estas tecnologías resalta la urgencia de abordar las cuestiones éticas y de seguridad asociadas con su implementación en conflictos bélicos.